Artículo publicado en Diario el Universo, fecha 2005-04-25.
Tomás de Aquino, una de las mentes más lúcidas no solo de la iglesia católica, sino de la cultura universal, desde muy joven bebió, entre otras, en las fuentes aristotélicas y asimiló, con espíritu amplio, cuanto conocimiento era posible y se convirtió en el teólogo indiscutido al tiempo que en el profundo y renovador de la filosofía. Combatió las ideas religiosas de los célebres médicos y filósofos árabes, Averroes y Avicena y disputó en algunos aspectos las ideas de otro doctor de la iglesia, San Agustín. Santo Tomás en varias de sus obras y sobre todo en una de las más importantes "Suma Teológica" aborda positivamente sobre el causalismo y el racionalismo y contribuye a introducir la ciencia aristotélica en la nueva filosofía cristiana.
Considera que las plantas, que también tienen vida, tienen un alma vegetativa que en los animales, es absorbida por el alma sensitiva. En los humanos estas dos esencias son absorbidas por el alma racional, la misma que se manifiesta en su inteligencia. El humano se caracteriza por ser "sustancia individual de una naturaleza racional".
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